Ya ha regresado el valor de la diplomacia frente a frente
Hay dos visiones opuestas de la Asamblea General de Naciones Unidas: es un lugar que demuestra el auténtico poder de la palabra, donde los líderes inspiran acciones con vehementes discursos sobre las cuestiones urgentes de nuestro tiempo; o es un muestrario de palabrería, donde los líderes hablan para su público en casa con retórica política sobre el tema del día.
Estas posiciones contrapuestas se vieron puestas a prueba cuando la pandemia del coronavirus interrumpió la diplomacia en persona durante varios años. Tras años de debates generales primero virtuales y después híbridos, las decenas de líderes mundiales que asistieron esta semana a la cumbre anual hicieron visible el regreso de la diplomacia en primera persona y dieron munición a los que defienden su importancia.
No fueron solo los momentos dramáticos, como cuando el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, iba a dirigirse al Consejo de Seguridad en presencia del diplomático más importante de Rusia. Finalmente, sus caminos no se cruzaron.
Muchos de los discursos formales ofrecidos ante la piedra verde de la Asamblea General podrían haberse dado ante una cámara, con pocas personas en la sala (y así fue en 2020). Más que los discursos, el corazón de las reuniones anuales son las interacciones personales entre líderes. Y de igual importancia para las relaciones cotidianas entre países son las interacciones personales entre personal de menos nivel, visibles este año cuando las delegaciones diplomáticas y organizaciones no gubernamentales llenaron la sede la ONU y los hoteles y espacios de reuniones cercanos.