Resolvamos los problemas y transformemos el país
El gobierno acaba de colocar bonos soberanos en el mercado de capital externo por valor de US$3,800 millones. Con ellos se financiarán por el resto del año, los gastos de política de ingresos de los sectores de menores recursos golpeados por la acción mandatoria del gobierno del cierre de las empresas, y las necesidades del sector Salud para enfrentar la Pandemia.
Estamos en un mundo que cada vez tendrá mayor escasez de oferta de recursos monetarios, y a la vez mayores demandas de los mismos, a medida que se expande y prolonga a nivel global la actual crisis sanitaria económica y social provocada por el coronavirus.
En vista de esta estrechez de recursos, el gobierno tiene que concentrar sus mayores esfuerzos en eficientizar su uso, dirigiendo los mismos a enfrentar los graves problemas actuales y asegurar que se mantenga el aprovisionamiento de alimento a la población.
Antes de que el gobierno preste su mayor atención en macro proyectos, tiene que concentrarse en resolver los problemas que los dominicanos teníamos la esperanza de ver sus soluciones a la vista, como la falta de energía que viene haciendo crisis con los prolongados apagones, pese a las famosas plantas de Punta Catalina, crisis que venimos sufriendo desde hace 50 años y que se ha engullido el 65% de nuestra actual deuda pública externa, y enfrentar con decisión el caótico tránsito terrestre que cada vez es más desordenado y que hace pensar a las víctimas del mismo que aquí no hay orden, y por tanto que estamos carentes de autoridad.
La población eligió este gobierno para que hiciera justicia, se acabará la corrupción y la impunidad, y mejorará sus niveles de bienestar y de seguridad ciudadana. El gobierno tal vez no tiene posibilidades de aumentar el bienestar por la crisis actual, pero sí evitar que este se deteriore y demostrar con resultados que los otros objetivos comiencen a mostrar la efectividad de su ejecución antes que se termine su periodo de gracia.
En el horizonte internacional aunque han mejorado los proyectados indicadores de crecimiento de la economía mundial según la OECD en dos puntos porcentuales, esta se mantiene en niveles muy negativos y China es el único país del G20 con crecimiento positivo, aunque muy bajo.
No obstante estos indicadores pueden volver a deteriorarse pues en los países europeos se viene manifestando el crecimiento de los casos del covid, iniciándose nuevamente el cierre de establecimientos comerciales y de los espacios habitados cuando comienza el otoño y se le añada la influenza, lo que nos debe poner en alerta ante una posible adelantada flexibilidad en las actuales normas restrictivas.
Esto naturalmente va en la dirección opuesta a la esperanza puesta por el gobierno en la reactivación del sector turístico a partir del 1 de octubre, cuando en dicha fecha también se iniciaría una baja sustancial en los vuelos de aeronaves comerciales norteamericanas, si las líneas aéreas no logran del Congreso la aprobación de una segunda ayuda por US$25,000 millones en subsidios para mantener por otros seis meses sus operaciones sin recortes de personal en decenas de miles de empleos.
Por otra parte, se viene perfilando la inquietud de que los mercados internacionales están entrando en un periodo de escasez de alimentos y de elevación de sus precios, así como de grandes hambrunas. En China la inflación de bienes alimenticios se elevó en agosto al 13% y en los Estados Unidos se elevó al 4.1%, tres veces su tasa de inflación anual, y el mayor porcentaje en los últimos 9 años.
Un aumento de la inflación mundial aumentaría las tasas de interés Internacionales elevándose nuestro costo financiero del servicio de la deuda externa, por ajustes en las tasas no fijas. La última vez que ocurrieron estas crisis alimentarias en los años 2007-2008 sucedieron movimientos sociales que dieron al traste con gobiernos, como los derrocados durante la llamada primavera Árabe.
Nuestro país es cada vez más agredido por fenómenos naturales que provocan prolongados periodos de sequías y devastadoras tormentas que afectan adversamente nuestra producción agropecuaria, por lo que se hace imperativo que las inversiones en presas y canales de riego tengan carácter de elevada prioridad.
En este aspecto el sustancial aumento que han venido mostrando las entradas de remesas a partir del mes de mayo, que han sido un importante complemento monetario para la población de bajos niveles de ingresos cuyo mayor porcentaje de gastos lo dirige a la canasta alimentaria, podría comenzar a reducirse como muestran los ingresos de agosto en relación a julio que cayeron en US$58 millones, si el Congreso norteamericano no aprueba continuar con el programa de asistencia a los desempleados que terminó en julio y cuando culmine la ayuda temporal semanal por decreto del ejecutivo, que se ha reducido de US$600 a US$400 y solo por falta de recursos duraría pocas semanas.
Por último el gobierno tiene en estos momentos un tiempo de oro para emprender reformas que fortalecerán nuestro bienestar colectivo y la productividad de nuestra economía, pues cuenta con el respaldo de la opinión pública.
En los últimos años se ha logrado emprender la reforma del área educativa con el 4% del PIB asignado, y ahora una reforma por mucho tiempo esperada como la del sector Salud, la Pandemia ha mostrado la enorme precariedad del mismo y la necesidad de su reforzamiento por lo que el gobierno está destinando importantes recursos para reformarla y enfrentar el problema de la salubridad.
Otra reforma que estamos impacientemente esperando es aquella donde se integren los mercados de exportación en las operaciones de las empresas nacionales y de zonas francas. Uno de los objetivos planteados por las actuales autoridades durante la pasada campaña electoral. Lo que impulsará una gran dinámica en el aparato productivo nacional principalmente en las pequeñas y medianas empresas.
Este paso es importante porque esta crisis ha demostrado la elevada vulnerabilidad de la dependencia en el sector turístico como generador de divisas, como ya lo venía advirtiendo en mis artículos desde hace varios años.
Las exportaciones de bienes alimenticios han sufrido una caída mucho menor, y ya las de zonas francas comienzan a mostrar tasas positivas de crecimiento. La Asociación de Industria presentó recientemente la estrategia del sector lo que es imperativo que esta sirva como base y se comiencen a implementar sus medidas a partir del mes de enero.
Que El Creador nos bendiga.