Piñera anuncia cambio de gabinete y levantará el estado de emergencia
El presidente Sebastián Piñera anunció ayer sábado un cambio de gabinete y que levantará en breve el estado de emergencia tras una semana de furia colectiva que cerró el viernes con una histórica marcha en Santiago, donde un millón de personas exigieron una sociedad más justa.
Más descontracturado que en los últimos días, Piñera dijo que pidió la renuncia a todos sus ministros para reestructurar su gabinete con el fin de atender las demandas que exige el momento del país.
«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas», dijo Piñera. Uno de los ministros más cuestionados por la opinión pública es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, quien también es primo hermano del mandatario.
«Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos hace una semana atrás y por eso (debemos) atender a esa demanda social», dijo el presidente en la sede de gobierno, La Moneda.
Eric Silva, profesor de biología considero que el presidente está «entrampado».
«Lo tuvo que hacer desde el primer momento. Y va a ser de ayuda pero no con eso se van a solucionar los problemas», indicó.
Sin embargo Leonardo Fonseca, de 37 años, dice «el cambio de gabinete no es algo importante porque van a seguir los mismos políticos» y «el mismo programa de gobierno».
Piñera también anunció que muy probablemente levante el estado de emergencia que puso a los militares en las calles del país por primera vez desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).
Las protestas -que se iniciaron con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos- llevaron a Piñera a decretar el estado de emergencia y siete toques de queda consecutivos en la capital.
Las Fuerzas Armadas anunciaron el fin del toque de queda en Santiago, donde este sábado grupos reducidos de pesonas se manifestaban.
En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social, Piñera puso como ejemplo la crisis de los «chalecos amarillos» en Francia que puso contra las cuerdas al establishment político.
La marcha de inflexión
Una marea de al menos un millón de personas -sin distintivos políticos ni clases sociales- copó el viernes de forma pacífica las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos de buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura.
«Este país se ha levantado de peores, esto es como terremoto, lo provocamos nosotros, ya pasó, ahora hay que salir a trabajar, y que los que están arriba (el gobierno) no se hagan los locos, nos tienen que escuchar», dijo a la AFP José Vergara, un vendedor de diarios de 65 años.
Ayer sábado más de 1,000 voluntarios limpiaron escombros que dejaron las manifestaciones, varias muy violentas.
El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad y los comercios abrieron.
«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes Piñera en un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.
El magnate -que gobierna Chile por segunda desde marzo de 2018 tras su gestión entre 2010 y 2014- reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.
«Segunda transición»
Sin liderazgos visibles, los chilenos -organizados en las redes sociales- piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.
La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.
Mella alude a la transición que permitió dejar atrás la dictadura -que mató a unas 3.200 personas y torturó a unas 38.000- e iniciar en 1990 el camino democrático gracias a un plebiscito de 1988 en el cual el pueblo chileno dijo «no» a prolongar el régimen militar.
Pero 29 años de gobiernos democráticos, con mayoría de periodos liderados por la centroizquierda, no fueron suficientes para cambiar un sistema económico que generó gran desigualdad.
Este estallido social tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.