Lavapiés, el nuevo barrio de la vieja ciudad
El surgimiento y desarrollo del barrio Lavapiés lo llevo en mi memoria, tal cual los sabios consejos de mi madre. Toda esa zona de lo que hoy es ese barrio, es un sello indeleble en mi interior. En esa área maroteé todos los fines de semana (marotear: salir libremente al campo a buscar frutas y cazar aves), lo cual era una práctica común en la infancia y la juventud de entonces.
Cuando todavía ese territorio era campo, recuerdo que donde ahora está el “Comedor Económico” había un frondoso y gran árbol de caimito, y muy cerca de él un abrevadero, donde años antes bebía agua el ganado del dictador que pastaba en la zona. Ya hacía unos tres años de la desaparición física de Trujillo.
En la zona Este del sector, entre la carretera a Sainagua y el rio Nigua, la familia Yunes construyó un campo de tiro al plato, uno de los primeros en el país. La familia Yunes era inmigrante árabe que se instaló en San Cristóbal, en la primera mitad de la década del 60. Residieron en la calle General Cabral casi esquina Jesús de Galindez. Eran mis vecinos. Tenían una tienda de tejidos, frente al viejo mercado de la calle Padre Ayala, donde ahora hay una ferretería. Era la tienda más grande de San Cristóbal para entonces. Rib Yunes fue, unos años más tarde, dirigente del Comité Olímpico Dominicano, representando a la Federación de Tiro al Plato.
Durante la campaña electoral del 1966, el Partido Reformista prometió urbanizar esa zona. Como recurso de publicidad política, hizo distribuir un volante impreso a dos caras. De un lado se llamaba a votar por el Dr. Joaquín Balaguer, porque era “la revolución sin sangre”; mientras del otro lado tenía impreso un croquis de cómo sería la urbanización: manzanas homogéneamente cuadriculadas, un amplio parque, un cine, una escuela, un hospital, calles completamente asfaltadas con sus aceras y contenes, además de residencias unifamiliares y multifamiliares. Así era la propuesta.
Balaguer empezó a gobernar el país. Pasaron dos anos y la población no veía asomos del inicio de la urbanización prometida. La desesperación, generada por el incumplimiento de la promesa de campaña, entro en escena. Cientos de personas iniciaron la invasión de los terrenos, cada cual midiendo sus solares donde le diera la gana y como le diera la gana. La policía hizo acto de presencia en varias oportunidades, ya que ellos desalojaban y al otro día la población volvía a invadir. Recuerdo que mi hermano mayor, Sócrates Medina (Cuqui), y yo, llegamos a medir “nuestro” solar. Para entonces ya mi padre tenía la finca en Cañada Honda.
En 1968 ganó la sindicatura el señor Máximo Vizcaíno (Milito). A éste le correspondió iniciar los pasos para cumplir la promesa formulada durante la campaña electoral presidencial del 1966, encaminando acciones dirigidas a realizar la distribución de los solares de Lavapiés; pero como siempre ocurre en San Cristóbal, eso se hizo sin planificación urbana previa. Todo fue según la práctica del “sálvese quien pueda”; razón por la cual una planicie que pudo ser un ejemplo de urbanización, se convirtió en un caos urbano.
Para esa época, la ciudad de San Cristóbal llegaba hasta donde estuvo “La Gallera”. A partir de ahí todo era campo. Recuerdo que había muchas matas de mango, caimito, níspero, guayabas de diversos tipos, cajuiles, jagua, buen pan y pan de fruta, zapote y cítricos diversos. También, en la zona existía el árbol de Copey (el de aquel famoso merengue) y deambulaban Guineas cimarronas.
Por la presión social, el gobierno de Balaguer construyó los primeros edificios multifamiliares en la zona, frente al play de softbol conocido como “La Barranca”. La inauguración de esas edificaciones fue todo un gran acontecimiento en la ciudad. Luego se continuó con las viviendas unifamiliares que están localizadas más abajo de “El Comedor”. Allí se instalaron familias damnificadas que residían en La Marina y en La 40.
A partir de ahí se fueron asignando los solares y cada cual construía su vivienda como pudo. Inicialmente era casa de muy poca calidad. Las calles eran callejones enlodados, sin aceras ni contenes. Cuando llovía, Lavapiés era un infierno. Permaneció con esas características, hasta finales de la década de los 70.
También, durante los 12 años de Balaguer, se construyó la edificación escolar “Pablo Barinas”, que hoy es escuela básica, Liceo y Politécnico. Para esa ocasión se inició la construcción de las aceras y contenes. Se asfaltaron algunas calles, sobre todo la prolongación Bernardo Aliés y la Teo Cruz, respectivamente, lo que motivó a muchas familias a realizar mejoras significativas en sus viviendas.