El Tour de Francia se realizará del 29 de agosto hasta el 20 de septiembre
Inicio el 29 de agosto en Niza y final el 20 de septiembre en París: nunca en su historia el Tour de Francia había comenzado tan tarde en el calendario, con una conclusión al término del verano europeo, siguiendo las nuevas fechas oficializadas este miércoles por la Unión Ciclista Internacional (UCI).
La decisión cayó tras la reunión de ASO, organizador de la prueba centenaria y cumbre de la temporada ciclista, con la UCI y los representantes de las familias del ciclismo, equipos y corredores, muchos confinados debido a la pandemia de coronavirus. La Grande Boucle, que debía disputarse del 27 de junio al 19 de julio, es por tanto aplazada dos meses. Mismo recorrido, salvo pequeños detalles, mismas dificultades y mismos equipos salvo si uno de ellos pudiera desaparecer antes de la fecha de inicio. «No será un Tour de menos valor», afirmó a la AFP su director, Christian Prudhomme, que planea sin embargo una reducción de la parafernalia que acompaña la prueba. «Habrá sin duda menos vehículos que los años precedentes», estimó el director del Tour respecto a la caravana publicitaria, uno de los elementos de atracción del evento que reúne habitualmente a entre 10 y 12 millones de espectadores, según las cifras de sus organizadores.
Eso será debido probablemente a las dificultades económicas previsibles para las empresas en un país atacado de lleno por la pandemia del COVID-19, que ya ha causado más de 15.000 muertes desde principios de marzo. Enorme máquina que desplaza diariamente a unas 4.500 personas, el Tour corre el riesgo de tener un poco menos espectadores al borde de la carretera. Pero si se sitúa en su mayoría fuera de las vacaciones escolares, todavía está en el período estival, aunque esté terminando. Aplazar lo más posible Dos días después del anuncio que hizo el presidente francés, Emmanuel Macron, de la prohibición de las reuniones públicas hasta mediados de julio, ASO ha buscado aplazar lo más posible la carrera. Por una razón sanitaria evidente, señaló Christian Prudhomme. Y también para permitir a los corredores prepararse en las mejores condiciones, sabiendo que podrán tener de este modo, en el caso de los franceses, un período de seis semanas de entrenamiento por delante, antes de la reanudación de las primeras carreras. «Todo el mundo necesitaba que el Tour decidiera sus fechas», reconoció su director. Primera consecuencia, el desplazamiento a final de temporada de la Vuelta a España, la otra gran carrera nacional organizada por ASO. Los Mundiales en carretera mantienen las mismas fechas (20 al 27 de septiembre) con un programa sin cambios. La prueba élite de esa cita podría beneficiarse de esa forma del efecto Tour. La UCI fijó «como muy tarde el 15 de mayo» el establecimiento del nuevo calendario, un rompecabezas con muchas carreras a colocar en un espacio reducido de tiempo. Primera buena noticia«El Giro se disputará tras el Mundial en carretera y será seguido por la Vuelta», indicó la federación internacional, sin mencionar si los dos eventos podrían encadenarse. En cuanto a los campeonatos nacionales, tendrán lugar el fin de semana del 22 y el 23 de agosto. El nuevo programa incluirá también el Dauphiné, otra carrera ASO, que debía tener lugar a principios de junio. «Es una prueba de preparación indispensable. Será tal vez un poco más corta, pero se organizará», aseguró Christian Prudhomme. El horizonte es más incierto para carreras ahora afectadas por la competencia frontal del Tour, sobre todo la Classic Bretagne (Plouay) y las pruebas canadienses (Gran Premio de Quebec y Gran Premio de Montreal). Para el ciclismo, la disputa del Tour representa un enorme alivio. Ya que su salud económica depende de su evento número uno. Y es el pelotón entero el que gana en esperanza. Aunque la situación sanitaria es todavía grave, el anuncio del miércoles es la primera buena noticia, importante en el plano psicológico, para fijar un objetivo a los ciclistas, acompañada por la firma de un acuerdo entre la UCI, los representantes de los ciclistas (CPA) y de los equipos (AIGCP). «Hemos puesto un marco que permitirá preservar los derechos esenciales de los ciclistas y de los técnicos de los equipos, permitiendo tomar las medidas necesarias para la supervivencia de estos últimos», estimó el presidente de la UCI, David Lappartient, para quien se trata de reconstruir «el ciclismo tras el COVID-19».