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El río Ozama, un espejo de dura pobreza

Niños “buzos” y no precisamente de las aguas turbias del río Ozama, sino de montañas de basura en busca de botellas plásticas y latas para venderlas prácticamente por centavos (RD$6 y RD$5 la libra) a mercaderes.

 Antes de la pandemia las cambiaban por alimentos crudos, pero la enfermedad infecciosa del coronavirus detuvo esas entregas regulares cada 15 días. Y, aunque ese no es su principal problema, sino encontrar dinero para la comida del día a día… cada mañana el sol candente les da de frente en busca del único mecanismo de vida a la mano: recoger botellas para vender a RD$5  por libra y a RD$6 si son de vidrio y latas de metal.

 Para los niños esto ya es una costumbre. Sucios, harapientos…descalzos, como sus padres solo están pendientes de la recogida de botellas de plástico para conseguir algunas monedas que alivianen su necesidad más perentoria de alimentación. Rostros desolados, idos y con la incertidumbre de la mayoría de los hombres, mujeres y niños de si lo hacen por dinero o por una funda de comida cruda. Toneladas de todo tipo de residuos les llega casi a sus puertas de la cantidad de cañadas que desembocan a uno y otro lado del río Ozama. Pero también de arrastre de los barrios de la ciudad y gente que las vuelve montañas.