El proyectil que mató al niño Ransel hasta afecto su sillita
Sentado en una sillita azul en el frente de su casa, en el sector Valiente Adentro, de Boca Chica, disfrutando de un programa de “muñequitos”, a través de un celular propiedad de su madre, Ransel Ariza fue alcanzado por un disparo que le arrancó su temprana existencia.
Dos individuos, uno ya capturado por la Policía, disparó tres veces un arma de fuego, mientras huían del lugar después de haber atracado a dos personas.
Una de esas balas fue la que alcanzó al pequeño Ransel, atravesándole el abdomen.
Como huellas, la sillita azul presenta una perforación y en una pared queda el hueco del proyectil.
“Ellos nos encañonaron y nos quitaron los celulares”, dijo Santa Paniagua, una de las víctimas del atraco. “Luego nos amenazaron con disparar si voceábamos; en ese instante ellos se dirigieron hacia un hermano mío y yo le advierto que son atracadores”, agregó la mujer.
Al escuchar el grito, el hermano de Santa, que estaba compartiendo con varias personas frente a la casa del niño Ariza, trató de repeler el ataque y lanzó una silla a los atracadores, quienes respondieron “con tres disparos para atrás”.
Sarah de los Santos, la madre de Ransel, declaró que en principio no sabía que había sido su niño la víctima. “Yo no sabía que había sido a él. Entré cuando me asusté por los disparos y volví a salir por mi hijo, y estaba ahí herido. Él no estaba muerto todavía, pero se me murió en el camino mi pobre muchacho”, decía entre lágrimas Sarah.
La angustiada madre apenas podía ponerse de pie y pararse de la cama, llena de tristeza por esta tragedia.
El menor, de tres años de edad, falleció mientras era conducido a un centro médico cercano a su residencia.
El hecho ocurrió alrededor de las 8 de la noche del pasado miércoles. Vivía en la calle 21 del sector Valiente Adentro, en Boca Chica.
Hijo único
Ransel era el único hijo de Sarah, de quien afirma era “su razón de ser”
“Era mi único hijo. Me lo quitaron. Mi único niño. Imagínate que te quiten lo que tú más quieres. No sé cómo me voy a hacer sin mi niño “, exclamaba Sarah, desconsolada, mientras lloraba sin encontrar consuelo alguno y era sostenida por varios parientes.