Yénifer Alexander: “Lo único que quiero es salvar mi vida”
Tuvo que pasar por el tormento de un diagnóstico tardío y tratamientos errados, y ahora vive la angustia de esperar un trasplante de hígado sin la cobertura completa para la cirugía.
Pero Yénifer Alexander Rodríguez Durán, de 27 años, se mantiene optimista y trata de mostrar a cada momento su mejor sonrisa. “Usted me ve y siempre estoy como si fuera una mujer sana”, expresa la joven que enfrenta su enfermedad con el apoyo de su familia, especialmente su madre.
Su periplo por diferentes especialistas comenzó a la edad de 17 años, cuando la llevaron al médico por un dolor abdominal, fiebre y tos, lo que en principio atribuyeron a un proceso gripal.
En el hospital Luis R. Bogaert, de Mao, Valverde, donde ella reside junto a su madre y dos hermanos, la dejaron ingresada durante 15 días bajo la sospecha de que podría ser dengue.
Como su condición no mejoró, pese a un tratamiento, una tía le sugirió a la madre trasladar a Yénifer a la capital, donde a su paso por diferentes centros públicos y privados los diagnósticos iban desde hepatitis “A”, falcemia o un simple problema gástrico.
Tratamiento negativo
Yénifer se sintió feliz cuando le dijeron que su condición mejoraría sólo con un tratamiento, pero sus problemas persistieron.
Cuenta que uno de los tratamientos que recibió en medio de su proceso le hinchó mucho más el vientre, perdió la visión, el audio, el habla y llegó a caer en la inconsciencia.
“Yo estaba súper hinchada y al otro día fue que volví en sí. No sabía ni cómo ponchar mi teléfono”, expresó Yénifer, quien se vio precisada a abandonar sus estudios de Orientación Educativa y su trabajo en un centro de uñas.
El diagnóstico desalentador que ha cambiado su vida desde entonces lo recibió de un facultativo en la provincia Santiago Rodríguez, quien le informó que tenía su hígado dañado y con escasas perspectivas de sobrevivir. “Sentí que el mundo se me acababa”, añadió.
Ella sufrió una severa depresión y hasta perdió el apetito con la fatídica sentencia del galeno, pero recibió el aliento de su madre Sandra Durán, de quien dice “es todo para mí” y la mantiene en pie en medio de su dura batalla.
En el Hospital General de la Plaza de la Salud le confirmaron la cirrosis hepática debido a una sarcoidiosis (crecimiento de pequeños grupos de células inflamatorias en diferentes partes del cuerpo) que amerita un trasplante de hígado.
Yénifer ha sido colocada en una lista de espera para la cirugía, pero con la angustia de que su seguro solo cubre poco mas del 50% de la operación, valorada en RD$1,500,000.
En la administradora de riesgos de salud (ARS) a la que está afiliada le dijeron al principio que para esa operación no tenía cobertura, pero luego le informaron que cubría 800,000 pesos del total. “Yo cuando oí eso salté de alegría, porque comoquiera es menos lo que tengo que buscar”, agregó.
La familia de Yénifer hasta realizó una rifa para recaudar fondos en su natal Mao, pero muchas personas que adquirieron boletos no hicieron el pago.
Ha apelado a políticos y a algunas instituciones estatales sin éxito. En el ínterin su madre vendió la casa familiar para costear los estudios y tratamientos de Yénifer. Ahora viven en una vivienda alquilada ubicada en el barrio Desiderio Arias, de Mao.
Ella y su madre optimistas
La madre de Yénifer es una mujer creyente y le agradece a Dios que aún la mantiene con vida y hasta ahora ha abierto los caminos para con precariedad llevar sus tratamientos.
“No trabajo porque ella no se puede quedar sola, ahora mismo soy padre y madre para ella. Le doy gracias a Dios que me ha ayudado a sobrellevar esta batalla”, dijo.
Pese a las decepciones en la búsqueda de apoyo para enfrentar su condición, Yénifer se mantiene optimista y con la fe de que Dios proveerá los recursos para la operación que urgentemente necesita.
“No hago nada con desesperarme porque mi condición puede empeorar. Dios que meta su mano y me ayude”, exclama la joven que mantiene vivos sus anhelos de retomar sus estudios y volver a trabajar para aportar en la casa que ahora sustentan sus hermanos.
Hasta ahora, sostiene, ha aprendido a convivir con la enfermedad, además de que con el apoyo de su familia y de una psicóloga ha sobrellevado los momentos difíciles que podrían quebrar su estado de ánimo.
Sus días más incómodos son cuando se hincha demasiado, se le dificulta caminar, siente mareos y no puede alimentarse por los dolores de estómago.
Tiene bajas las defensas y, en consecuencia, corre el riego de ser atacada por cualquier virus.
Ella no ha podido tener hijos y la pareja que tenía terminó la relación hace dos años. Su madre no trabaja y actualmente los gastos de la casa corren por sus hermanos, una hembra de 25 años y un varón de 23 años.
“Yo lo único que quiero es salvar mi vida”, exclamó con la voz entrecortada Yénifer, ya que en cualquier momento podrían llamarla para decirle que apareció un donante para el trasplante, sin tener la totalidad de los recursos para la cirugía.
SEPA MÁS
CASA
El sacrificio. Sandra Durán dice que como madre soltera ha sido duro enfrentar la enfermedad de su hija. Tuvo que vender su casa para costear estudios y tratamientos médicos.
VIAJES
De Mao a la capital. Los viajes durante el proceso agotaron el presupuesto familiar, con gastos de hasta 8,000 pesos por día.
DIETA
Costosa. Durán indicó que la alimentación especial de Yénifer cuesta tanto como los tratamientos.
SEGURO
Cobertura. Los fármacos más costosos que toma la joven no son cubiertos por el seguro, por lo que no puede llevar el tratamiento al “pie de la letra”. La familia de yÉnifer realizó una rifa en su natal mao, en procura de fondos La madre de YÉnifer es una mujer creyente y le agradece a Dios que aún la mantiene con vida