Víctima del atentado en el Metro cuestiona si existe inclusión en RD
Ocho años después del atentado en el Metro de Santo Domingo, la reinserción laboral de su principal afectado no ha sido nada fácil.
Para Francis Alberto González Gil, quedar con discapacidad auditiva, atrofia muscular en una mano y recurrir a terapias para recuperar la movilidad de sus piernas, han sido barreras que le impidieron por varios años encontrar un puesto donde fuera aceptado para desarrollar una de sus mayores aptitudes: las artes gráficas.
“Yo no puedo quedarme en mi casa viviendo del gobierno o de la caridad”, dice con cierto agradecimiento hacia quienes le apoyaron cuando más lo necesitó, pero se siente con la fuerza y con la capacidad de poder ganar con trabajo tesonero sus propios ingresos económicos. Es por ello que se pregunta: “¿cómo me rechazan? Si eso soy yo, qué será de otros a quienes le falta un brazo o al que le falta una pierna, al que tiene alguna discapacidad peor que las mías”.
Su conocimiento, las empresas para las cuales ha trabajado y su arte en el diseño gráfico son su principal carta de presentación, pero son obviados cuando resalta ante los reclutadores de talento las discapacidades adquiridas tras el siniestro del que fue víctima el 27 de octubre de 2014, cuando un joven, de nombre Frankelis Holguín, le lanzó una mochila incendiada con el objetivo de quemar un vagón de la segunda línea del Metro de Santo Domingo.