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Sancristobalense Lusitania Martínez: “Siento Placer Por Decir La Verdad Directamente Guste O No Guste”

Recientemente Lusitania Martínez fue reconocida por su trayectoria en el mundo intelectual, en la pasada VII Feria del Libro de Historia Dominicana, acontecimiento que sin dudas ha valorado por proceder del prestigioso Archivo General de la Nación, pero que también, dice, la ha confundido, ya que ha estado de espaldas a los homenajes.

No obstante, se ha ganado discretamente su trascendencia en el ambiente académico y en los campos de la investigación de las ciencias sociales y de la filosofía, en los que se cuentan pocas mujeres que hayan conseguido acreditarse.

Aunque no suele figurar en los escaparates mediáticos, afortunadamente Martínez accedió a compartir sus visiones sobre diversos temas para los lectores de Diario Libre, quienes podrán conocerla más.¿Cómo recibió el homenaje que le acaba de rendir la Feria del Libro de Historia Dominicana?

He recibido este gran homenaje un poco extrañada y confundida conmigo misma, pues siempre he trabajado para darle sentido a mi vida, de espaldas a los reconocimientos. Agradar a mis familiares cercanos, mis padres y mis hijos ha sido el motor impulsor de mi existencia, y las únicas razones para aportar algo a mi país y en consecuencia a mi pueblo querido, San Cristóbal, lugar primero donde mi entusiasmo por el conocimiento se fraguó, desde muy temprano animada por una madre y un padre que eran muy pobres y a los que sentía debía agradecerles mi crecimiento con mi trabajo intelectual.

Encuentro que pese a todo el trabajo realizado desde que soy pequeñita, no soy ni muy frecuentemente premiable ni expresamente, para nada, “candidateable”. Sospecho de todos los concursos, no me gustan las competencias, siento placer por decir la verdad directamente guste o no guste y esa costumbre me impide ser medallita de oro para todo el mundo.

Sin embargo, si recibo este homenaje con entera satisfacción proveniente de una Institución y su director, Roberto Cassá, a los cuales nadie puede regatearles seriedad. Y, aunque aseguro que tengo lo mío como filósofa, quien lo recibe con justicia es la feminista que siempre he sido, enfrentada valientemente desde muy joven a los rigores de la tradición, las desigualdades y los prejuicios de todo tipo.Lleva gran parte de su vida dedicada a la filosofía. ¿Qué planteamiento la conquistó? ¿Cuáles autores le iluminaron el camino?

Me han deslumbrado muchos pensamientos, acorde con mi desmesurada pasión por la lectura. Mi historia fue moldeada por los autores de la época a la que he pertenecido: José Ingenieros, Albert Camus, Jacques Maritain, Krishnamurti, Theillard de Chardin, y por supuesto el resto de los principales filósofos de pensamiento occidental a quienes leía con fruición en las historias de la filosofía al alcance, sin pensar que estudiaría filosofía. J. P, Sartre resquebrajó mi inicial serenidad y formación espiritual teísta con la novela filosófica existencialista La Náusea, 1938. Demasiado en la línea del personaje de El Extranjero, también el personaje Antonio Roquentin me sedujo tanto que exprimió hasta exponerlas claramente frente a mis ojos, las razones de la náusea filosófica, rabia y rebeldía sempiternas padecidas por mi desde niña: ser de acuerdo al qué dirán, formar parte de un colectivo de espalda a su ser/para la muerte, parte de una mayoría apertrechada en las tradicionales habladurías al mismo tiempo que seguir siendo la individua privada de sentido, padeciendo una vida monótona.

Me aplastaban los rituales y sentí la necesidad de ser libre para despojarme de la angustia de una existencia inútil. Hoy y siempre me martilla en el corazón el planteamiento sartreano de que mi esencia sobrevenirá al final de mi existencia, y entonces quizás podrán decir que fui la mujer que intentó construirse honesta durante un eterno y auténtico presente.

Mis cuestionamientos existenciales sobre la libertad me condujeron a ver el mundo de forma diferente en el que lo veían mis padres y amistades; entonces y solo entonces me interesé en la igualdad y desde ese momento nunca he dejado de leer y pensar en Simone de Beauvoir y especialmente en su libro El segundo sexo. Al conocerla y leer sus novelas quedé prendada de su idea sobre la contingencia. No existen seres ni sentimientos necesarios, a menos que así lo decidamos: yo decidí ser libre necesariamente y al mismo tiempo una mujer igual en derechos.Puede que tengamos más, pero es usted la filósofa dominicana reconocida. ¿Le ha resultado complejo ese camino por ser mujer?

Me gusta poner todo en su justo lugar. Para tranquilidad de esas personas que se sienten las verdaderas filósofas, debo decirte, Emilia, que no siento este homenaje como un reconocimiento a la mujer filósofa, sino a la filósofa que ha puesto en el tapete a las mujeres en su quehacer histórico. Visibilizar a la mujer, especialmente a la mujer pensadora, filósofa o no filósofa, visibilizarla en la historia, ha sido una tarea ardua que he realizado siendo maestra muy joven en un liceo de San Cristóbal, porque el saber es sexista y androciéntrico y eso quiere decir que se presupone que la mujer nunca ha pensado ni protagonizado nada , que es inferior al hombre y que su destino es girar alrededor de la procreación y el agrado. Como no siento reconocimiento a mi labor de filósofa sino de feminista, dejaremos para después esa respuesta y solamente te diré que ser mujer y ser filósofa es un problema casi antinómico o contradictorio en este país subdesarrollado donde filosofar, esa labor de autoconciencia de la especie, es arrogada por el logos masculino.