La crisis por Covid afectó al 90% de trabajadoras del hogar
A Amalia Vásquez cada mañana le sabe a sudor. Desde muy jovencita se gana el sustento a puro sacrificio, fregando platos, trapeando pisos, lavando ropa, cuidando niños y tendiendo al sol sus deseos de que sus hijas e hijos no tengan que vivir lo que a ella le tocó.
Se sienta cerca de la ventana cuando le pregunto cómo ha sobrevivido a los efectos del COVID-19 y me dice “Mire, por la gracia de Dios”. Con la cara muy seria detalla que a causa de la pandemia tuvo que dejar el trabajo, porque es hipertensa y tiene muchos problemas de salud.
“En los primeros meses me mantuve con la ayuda de Dios y ahorrando hasta el mínimo peso. Soy madre soltera y con una familia que depende de mí. Le debía un dinero al banco y aparte de eso me hicieron una estafa unos tarjeteros que se hicieron pasar por personas cercanas a mí y ahora tengo que pagar esa deuda de RD$24,700”, cuenta mirando por la ventana.
Al pasar los primeros meses de la cuarentena, Amalia se vio obligada a volver a trabajar. El temor al riesgo de contraer el COVID era menor que sus angustias por las necesidades diarias y las deudas y a pesar de que las condiciones de trabajo son más exigentes ha tendido que aceptar menos salario porque la señora para la que trabaja le cerraron el negocio y no puede pagarle como antes.
Un drama distinto, pero parecido, vivió Mari Sosa, de 45 años, quien al llegar la pandemia cuidaba a una envejeciente de 106 años, otros dos adultos mayores y además se encargaba de los quehaceres de la casa por un pago de RD$10,000. A ella la despidieron porque no accedió a quedarse permanentemente en la casa mientras duraba la cuarentena y tuvo que recurrir a su familia para poderse mantener a flote económicamente.
En una entrevista para Listín Diario, la presidente de la Federación Nacional de Mujeres Trabajadoras (Fenamutra), Ruth Esther Díaz, manifestó que, según el último censo existen más de 300,000 personas dedicadas a trabajos del hogar y que en marzo de este año fruto de la pandemia del COVID-19 se quedaron sin trabajo cerca del 90% y el 10% que permaneció en sus puestos debió aceptar quedarse confinado a su lugar de trabajo.
En otra conversación, la secretaria ejecutiva de la Asociación de Trabajadores del Hogar, filial de la Confederación Nacional de Unidad Sindical (CNUS), Elena Pérez, manifestó que han padecido despidos sin prestaciones laborales, suspensión de labores sin disfrute de sueldos y muchas para conservar sus empleos se quedaron confinadas a los hogares de los empleadores.
Díaz señaló que estos trabajadores fueron expuestos al virus porque, sin un adecuado protocolo, tuvieron que encargarse de realizar compras, atender deliverys y otras situaciones. “Muchos enfermaron y fueron enviados a sus casas. De nuestro sindicato fallecieron tres dirigentes por COVID y más de 300 trabajadoras afiliadas”.
Refiere que el trabajo doméstico era muy vulnerable desde antes de la pandemia y que en la actualidad se mantiene en la marginalidad, sin protección y asumiendo nuevos retos como es ahora la tutoría de los niños y niñas que reciben docencia virtual desde el hogar y que recae sobre su responsabilidad no solo cuidarlos sino verificar que hagan sus clases y tareas.
Agrega que en la actualidad de ese 90% que tuvo que permanecer en sus casas sin salarios, han retornado un 60% pero en condiciones inestables, con negociaciones por debajo de las que tenían antes y con escasa medidas de protección.
Los salarios
El pago para un o una trabajadora del hogar no tiene en República Dominicana escala establecida, varía en función del poder adquisitivo de su empleador. En la actualidad, el pago dependerá de los días de labor, del horario y de las responsabilidades que se le requieran.
De acuerdo a trabajadoras del sector, hay domésticas que ganan hasta RD$5,000 dependiendo las labores que se le exijan. “Eso depende mucho de para quién usted trabaje y la cantidad de responsabilidades que se le exijan, conozco mujeres que ganan siete, ocho y hasta diez mil pesos. Hay trabajadoras que van dos veces a la semana y le pagan RD$5,000 o RD$6,000”.
Muchos empleadores consideran como parte del pago de los trabajadores domésticos, lo que les proporcionan alimentación durante la jornada laboral.
La lucha de trabajadores del hogar
Actualmente, las organizaciones dominicanas de trabajadores del hogar se enfocan en exigir a las autoridades gubernamentales el cumplimiento del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre trabajadoras y trabajadores domésticos que implica una definición del salario mínimo cotizable que le permita tener seguridad social y otros derechos que establece el Código Laboral.
Ruth Esther Díaz, de la Fenamutra, indicó que uno de los obstáculos con el que se han encontrado para que se reconozcan sus derechos es la ausencia de un representante de los empleadores de este sector para establecer una mesa tripartita con poder para emanar resolución. No existe en el país un gremio que aglutina al sector empleador de las trabajadoras domésticas.
En coincidencia con Díaz, la dirigente de la Asociación de Trabajadores del Hogar, Elena Pérez, la principal demanda es la aplicación efectiva del Convenio 189 ratificado por el país en 2013 con entrada en vigor en 2015 y que no se ha implementado.
Agregó que se deben mantener las demandas de que se incluya o se tomen en cuenta a los trabajadores del hogar en las medidas de emergencia y auxilio económico que se adopten en lo que queda de crisis. Que se garantice el pago del salario cuando el paro de labor no dependa de la voluntad del trabajador. Que se detengan los despidos y que se sancionen a empleadores/as por el incumplimiento de los compromisos acordados.
Como un plan B, los gremios se enfocan a luchar en el Congreso Nacional para que se establezca una ley especial que regule el trabajo doméstico o del hogar y para eso ya han presentado un anteproyecto.
Sepa más
Un logro durante el COVID
Como un logro en la crisis sanitaria, refiere la dirigente sindical, la incorporación de casi el 98% de las trabajadoras domésticas al programa de ayuda “Quédate en Casa” y al seguro de salud subsidiado del Servicio Nacional de Salud (Senasa).